Dorothea Brande

Ejercicios de escritura

«Si fallas repetidamente en este ejercicio, renuncia a escribir. Tu resistencia es mayor que tu deseo de escribir, y podrías encontrar otro escape para tus energías»

«Becoming a Writer» – Dorothea Brande

Primer ejercicio

Estás cerca de una puerta. Cuando llegues al final (del capítulo en el libro), debes poner el libro a un lado, levantarte y atravesar la puerta. Desde el momento en que te pongas de pie bajo el umbral, conviértete a ti mismo en el objeto de atención. ¿Cómo luces, estando de pie allí? ¿Cómo caminas? Si no supieras nada acerca de ti mismo, ¿qué podría decirse acerca de ti, de tu personalidad, de tus antecedentes, de tu propósito, sólo allí, en ese minuto? Si hay gente en el salón que debes saludar, ¿cómo la saludas? ¿Cómo varían tus actitudes hacia ellos?
De acuerdo a Brande, esta práctica sirve para ejercitar tu ojo ficcional, al igual que otras posibilidades que se plantean, como describir paso a paso la forma en que peinas tu pelo.

Segundo ejercicio

Páginas matutinas: Durante un mes, levántate media hora antes de lo usual, y antes de decir una palabra a nadie, o de leer cualquier cosa, antes de cualquier otra actividad, siéntate con lápiz y papel y escribe todo lo que te venga a la mente. Este ejercicio ha sido ampliamente difundido y llamado «Páginas matutinas» (Morning pages), bajo la presunción de servir para liberar la creatividad. Brande lo receta con ciertas prescripciones: no debes leer nada de lo que hayas escrito en días anteriores, sólo escribir lo que te venga a la mente tal como llega, sin ninguna pretensión, onda «flujo de conciencia». Esto, sostiene, sirve como entrenamiento para enseñar a tu mente a escribir, simplemente, sin criticar ni censurar lo que vaya saliendo.

Tercer ejercicio

Después de un cierto tiempo de hacer el ejercicio anterior, encontrarás que hay un número de palabras que puedes escribir fácilmente. Ahora el ejercicio es empujar ese límite hacia arriba. Primero, por unas líneas; luego, por uno o dos párrafos; posteriormente, intenta duplicar esa cantidad. Todavía no puedes leer nada de lo que has escrito en días anteriores.

Cuarto ejercicio

Al realizar este ejercicio, no debes abandonar las páginas matutinas. Puedes regresar a los límites que te parecen naturales, para no forzarte.
Al empezar el día, después de vestirte y prepararte para enfrentar la jornada, debes tomarte cinco minutos para mirar tus planes, tu cronograma de actividades y tus obligaciones para el día y decidir en qué momento puedes tomar quince minutos para escribir a lo largo del día. En ese momento, decidirás, por ejemplo, que vas a escribir quince minutos, de 4:00 a 4:15 p.m. Llegadas las cuatro, debes respetar ese compromiso. No es a las 4:05, ni a las 4:10. A las 4:00, deberás escribir durante quince minutos, así tengas que encerrarte en el baño de la oficina o dejar a alguien con la palabra en la boca.
Si no tienes nada que escribir, escribe «Este ejercicio es increíblemente difícil y me tiene harto» hasta que se cumplan los quince minutos. Esto no se trata de la calidad de la obra, sino de honrar una deuda y cumplir tu palabra.
Esto debe hacerse todos los días, cambiando cada día la hora que has decidido. Puede ser en la mañana, o en la hora del almuerzo, o antes de ir a dormir. Lo importante es que estos quince minutos no aceptan excusas ni aplazamientos. El problema, según lo plantea Brande, es que el cerebro comenzará a ver la escritura como un trabajo, y se resistirá impetuosamente.

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